14 octubre 2009

Ley de extranjería

La tierra es plana y la sostienen
cuatro elefantes gigantescos.
Los mares se derraman en las tinieblas
y de las olas brotan las estrellas.

He estado en Creta, Nubia, Tarsis, Egipto.
En todas partes fui extranjero porque no
hablaba el idioma
ni me vestía como ellos.

También nosotros, ciudadanos de Ur,
despreciamos al que es distinto.
Por algo hicimos lenguas diferentes:
para que los demás nada entiendan.

En Ur soy como todos. Hablo mi idioma
sin traza alguna del acento bárbaro.
Como lo que comemos los de Ur.
Huelo a nuestras especias y licores.

Y sin embargo en Ur me detestan
como jamás fui odiado en Tarsis ni en Nubia.

En Ur y en todas partes soy extranjero.

José Emilio Pacheco en El Silencio de la Luna

15 septiembre 2009

Les Voiles

Exergo.
"No dejarás nada intacto, sano y salvo, ni en tu cultura, ni en tu memoria ni en tu lengua, a partir del instante en que prendas (s'en prendre au)* la palabra 'velo'."
'Un verme de seda' en Velos. tr. Mara Negrón.

*S'en prendre: atacarse a, responsabilizando. Incluso incriminar.
Prendre quiere decir 'tomar' o 'coger'. Todas estas acepciones además del juego entre 'dejar tomarse' y 'tomar'. están implícitas. He decidido conservar el cuerpo de la lengua francesa recurriendo al latín, y al castellano antiguo en mi traducción. El verbo 'prender' en castellano antiguo significaba 'tomar, recibir, hacer presa una cosa'. [nota de la traductora des-velada]


Post-scriptum
¿Existe acaso un punto (punto ciego, velado, punto de no-retorno) donde podamos observar el entrecruzamiento de la complicidad y la incriminación?, es decir, ahí en complicidad de la complicidad misma, en la incriminación donde no habrá denuncia jamás, en otras palabras: complicidad sin coartada... Doble movimiento de la lengua bajo el cual nos convertimos todos en herederos pero también en usurpadores, colonizados colonizadores, tejedores sombríos de aquella lengua que nos debe todo, y "a quien nosotros debemos aún más..."

Veredicto de la lengua, de la traducción a la que hemos de atenernos: Es necesario (il faut), pues, dejarse tomar por las lenguas (por los velos y sus respectivos dobleces) en un cruzamiento, a saber aquel entre francés y español, donde se preserve un movimiento que "no devele nada que resista, y no rasgue ningún velo".

Post-scriptum II
Aún resuenan aquellas palabras en mi cabeza, sabio consejo de otra mujer-traductora (la primera cómplice en la lectura mientras que la segunda en el habla, ambas por supuesto en dicho entrecruzamiento de lenguas): Es necesario (il faut) dejarse tomar/llevar por la lengua, en otras palabras: il faut qu'il y a de complicité dans/avec la langue...

Nada intacto, nada que resista...



imagen por Ernest Pignon-Ernest.

11 septiembre 2009

11 de septiembre

la memoria, esa forma del olvido
Borges

Hay días, ciertos días, que ostentan una fuerza peculiar. Podría decirse, si es que la fecha cuadra, por ejemplo, en un once de septiembre, con añoranza, indignación o simple tristeza, incluso o sobre todo, con una férrea convicción de auto-evidencia: “un día como hoy”.

¿Cómo entender dicha fuerza? ¿En que reside la capacidad, permítaseme decir, la performatividad, de un día como hoy?

En principio [nótese que la elección de palabras no es gratuita…o bien, en todo caso, no carece de fortuna], es factible pensar que radica en la especificidad de cierto hoy, si bien excusado:

En un día como hoy, pero de 2001, un atentado terrorista destruye los edificios del WTC en Nueva York.

En un día como hoy, pero de 1973, se da el golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende.

En un día como hoy, pero de 1860, fusilan en Honduras al filibustero William Walker.

En un día como hoy, pero de 1924, nace Tom Landry, legendario entrenador de football americano.


Pronto se intuye un problema: Si se tratase de la singularidad radical de cierto hoy/ahora, digamos, de un cierto presente especifico, ¿dónde es legitimo situar el origen —por consiguiente, la dirección y magnitud— de esa fuerza? ¿En la caída del WTC? ¿En el bombardeo de la moneda? ¿En el nacimiento de Landry? Dicho de otra manera: ¿cuál es la especificidad radical que se encarna en la sola mención de la fecha? La mera posibilidad de esta interrogante debe apuntarnos en una dirección distinta.


En sus tesis sobre la historia, Benjamin escribe: “El día con el que comienza un calendario…es en el fondo el mismo día que vuelve siempre en la figura de los días festivos, que son días de rememoración. Los calendarios miden el tiempo, pero no como los relojes. Son monumentos de una conciencia historica…” (t. XV) En la frase "un día como hoy" se posibilita una conciencia histórica, esto es, acaece cierta historicidad. Mas no una que se pliega a la rígida mecánica de los relojes: esa fatídica marcha de las manecillas que se esfuerza por determinar el/la (a)hora mediante la más estricta causalidad. No, aquí se trata de la historicidad de la rememoración y el monumento. No de lo que está ahí o de lo que estuvo ahí, sino de lo que ya no está, de lo que ahí falta; vale decir, de lo que se ha perdido —irremediablemente— y frente a lo cual sólo nos queda el recuerdo, la ruina o el suplemento. En efecto, no se trata de hoy, de este o aquel día; se trata de un día, de la indeterminación que permite hacer como si hoy fuese otro día. Para decirlo de una vez, de la capacidad de este once de septiembre de hacerse pasar por otro y erigirse en la irrefutabilidad —gracias al artículo determinado— de el once de septiembre [tanto la irrefutabilidad, como la determinación del articulo siempre vienen por añadidura…].

P.D.: En el fondo lo que se juega es la capacidad figurativa de la fecha, el monumento y la memoria —y, por supuesto, su articulación. Pero considérese que dicha capacidad sólo puede darse a condición de que toda originalidad o sentido propio, se haya perdido. La figura surge ahí donde no hay original y a condición de que no se pueda asegurar una propiedad [privada].

Qui le croirait! On dit qu’irrités contre l'heure
De nouveaux Josués, au pied de chaque tour,

Tiraient sur les cadrans pour arrêter le jour





01 agosto 2009

¿cartas sin remitente o sin destinatario?













"todos esos pequeños arroyuelos de papel y de tinta que forman como un mar,
que acarrean nuestros secretos, nuestras confidencias, nuestr
as lágrimas..."


En este segundo trazo, si es mi deber continuar con cierta tradición que ya he mencionado y por tanto serle fiel, no debo comenzar por aquello que implante un origen o centro, sino precisamente por su contrario, a saber, aquello que proviene de los límites de dicho centro, lo marginal que conforma un límite siempre tachable. Es por esto que presento un recorte, al y del margen, extraído del Penny Red que encabeza este post; quien acompaña en su suerte, como buena estampilla, este texto en su entrega al porvenir. Sin embargo, será precisamente sobre esta entrega (delivery), en el sentido mas literal y ejemplar de la escritura ("esos pequeños trazos de tinta sobre el papel"), de lo que quisiera hablar...

En este segundo trazo, hablaré del desastre y la escritura, del desastre de la escritura, al cual se enfrenta en su condición efímera pero de resistencia, política e incluso vital. Este es el caso de dos notas perdidas y reencontradas, por remitentes azarosos pero que, en cierto sentido podemos decir que, dichas notas fueron rescatadas por los remitentes a los cuales iban dirigidas ambas (propietarios por derecho y a priori de ellas), aunque de manera pública y abierta al porvenir.

En el primer caso nos encontramos frente a un hombre y una pequeña niña que, en un paseo frente al mar, encontraron una nota de auxilio que se encontraba dentro de una botella donde podía leerse de manera enigmática y casi aporética la frase: "If found notify the North Haledon Fire Co. #2." así que esto fue precisamente lo que hizo Mark Ciarmello a 40 años y a 600 kilómetros de distancia del remitente original pero desconocido. Más allá de las especulaciones que realizaron los bomberos notificados, observamos la posibilidad que otorga la escritura de reapropiación literal de los trazos y las palabras que divagan en el mundo...

Por otra parte, en nuestro segundo caso se nos muestra el aspecto político que descansa ya en la escritura. Me refiero pues, a una botella con un mensaje con la diferencia que esta botella se encontraba enterrada y resguardaba un mensaje muy distinto al encontrado en la playa. La primera contenía un lista con ocho nombres judíos junto con su lugar de procedencia y finalmente el número asignado por los nazis, tatuado en los brazos de cada uno de ellos.

Resulta imprescindible dar cuenta que, en este caso, la esperanza de salvar sus propias vidas fue superada por la esperanza de preservar su memoria. Aquellos hombres, envueltos en la incertidumbre, decidieron otorgarnos un legado de su historia, a pesar de lo inútil que pudo parecer escribir unas cuantas líneas en vías de salvar sus vidas; aun cuando supieran que podían morir en cualquier momento, sin ningún motivo real y en especial al ser descubiertos durante la realización de su breve escrito. Hoy, sesenta y cinco años después, Waclaw Sobczak, uno de ellos, sostiene "queríamos que quedara algo de nosotros". De modo que, somos nosotros y desde hace mucho, incluso antes de nacer (sin que esto implique un pecado original en ningún sentido), los destinatarios de aquella lista; pero, al mismo tiempo lo confirmamos al tomar la decisión en un acto deliberado y con plena conciencia, esto es, de manera responsable, de hacer lectura de esa lista que ha perdurado mas que varios de los hombres que la han escrito tiempo atrás. Es por eso que esta nota nos muestra la posibilidad que otorga la escritura en la re-apropiación, pero ahora del sentido histórico y no sólo del papel o del soporte donde se ha inscrito.

Puntualicemos: en ambos casos el mensaje fue guardado en una botella, pero una navegó en el mar y la otra fue enterrada bajo tierra en un sótano: ambos casos muestran precisamente la permanencia dilatada de la escritura, tanto en el espacio como en el tiempo. Pues es gracias a la posible permanencia de la escritura en donde radica su propia desgracia y fortuna, ya que en los casos mencionados nadie podría reclamar, a diferencia de una carta con un remitente fijo, el haber encontrado y leído las notas que no le pertenecían. Incluso, y de manera contraria tal vez sería motivo de reclamo, histórico por ejemplo, el dejar pasar la nota frente a uno sin intervenir, sin con-firmar y la vez sin transgredir el texto simplemente con leerlo.
No podríamos referirnos, pues, en este caso a cierto allanamiento de la letra y la firma de un propietario legítimo y privado. No se podrían ejercer acciones legales contra nadie; pues este destinatario lo conforma toda la humanidad misma a partir del momento en que ha sido trazado el texto en cuestión.



Pues bien, aunque se estaría tentado a decir que ambas notas no poseen un destinatario por el hecho de no estar dirigidas a una particular esto sería falso e incluso se trataría precisamente de lo contrario: nos encontramos ante el hecho de que, debido a que la escritura es, al fin y al cabo, la posibilidad, así como la necesidad, de remitir un mensaje en algún tiempo y lugar distinto del cual se realiza la escritura misma, es que el verdadero destinatario, así como el verdadero remitente de la escritura, no es otro que el porvenir mismo. Porvenir que se encuentra siempre diferido y siempre a la espera de un otro que reciba el regalo de sus trazos, dispuestos ya a ser tachados, borrados o bien, releídos cada vez por una mirada distinta.
En otras palabras, el destino de la letra es marginal como habíamos dicho pues no puede ser otro que vagar a través del espacio y del tiempo: la escritura posee el don de errar, por eso no hay lugar ni patria para la letra mas que ella misma, que se desdobla constantemente "para decir la distancia sin abolirla", para decir "el silencio sin corromperlo".




04 julio 2009

Esta debería ser la presentación, bajo un cierto tipo de escritura, es decir, cierto tipo de presentación, de un movimiento, o tal vez debamos decir trazo, que posee dos facetas:

En primer lugar, este trazo (nuestro por diversas razones, ajeno por otras tantas) se ha presentado ya hace muchos siglos y en otro continente, frente a un gran rey a manera de un don, es decir, ha sido llevado a la presencia de la corte; sin embargo este regalo ha sido rechazado por los peligros que acarrea, pero que a la vez conforma al pensamiento de manera irremediable.
Será aceptando esto que damos cuenta como es que nuestro trazo permanece legible (así como tachable) de manera necesaria para todos (esto es, virtualmente pública), pero se reserva por ahora a unos cuantos.

En segundo lugar, nos encontramos con la faceta negativa, por supuesto (si no, no sería hegeliana) del trazo. Cabe decir entonces que en este otro aspecto del trazo se presenta lo impresentable. Este trazo, o bien, la ausencia del mismo, se ha presentado, o mas bien puesto en evidencia, de manera mucho mas reciente, en una conferencia que tratará de fracturar el sentido de aquello que no se presenta en el habla; por lo que, gracias a ciertos intereses particulares, nos hemos de comprometer a seguir los pasos, esto es, sus huellas, muy de cerca...
Pues en la violencia de este trazo se encuentra la re-presentación de la ausencia. Esto es, valga el absurdo, hablaremos de aquello que sustituye lo que no puede hacerse presente: presenta lo impresentable. Es así que este segundo trazo conforma uno semejante al dibujado por la tinta invisible, la cual presenta ocultando. Pues sólo puede observarse bajo cierta luz, digamos artificial, distinta a la luz cotidiana, que alumbra pero ciega a quien dirija su mirada hacia el Sol.

De modo que nos encontramos con una presentación, pues, de lo impresentable o bien, presentación de aquello que se ha presentado hace mucho en su artificio, robándonos literalmente el aliento, entregándonos al silencio de la escritura. Será por esto que nos sentimos obligados aquí a re-marcar dicho trazo gracias a la tarea de la reflexión inserta bajo la marca del pensamiento inaudito de la huella...