04 julio 2009

Esta debería ser la presentación, bajo un cierto tipo de escritura, es decir, cierto tipo de presentación, de un movimiento, o tal vez debamos decir trazo, que posee dos facetas:

En primer lugar, este trazo (nuestro por diversas razones, ajeno por otras tantas) se ha presentado ya hace muchos siglos y en otro continente, frente a un gran rey a manera de un don, es decir, ha sido llevado a la presencia de la corte; sin embargo este regalo ha sido rechazado por los peligros que acarrea, pero que a la vez conforma al pensamiento de manera irremediable.
Será aceptando esto que damos cuenta como es que nuestro trazo permanece legible (así como tachable) de manera necesaria para todos (esto es, virtualmente pública), pero se reserva por ahora a unos cuantos.

En segundo lugar, nos encontramos con la faceta negativa, por supuesto (si no, no sería hegeliana) del trazo. Cabe decir entonces que en este otro aspecto del trazo se presenta lo impresentable. Este trazo, o bien, la ausencia del mismo, se ha presentado, o mas bien puesto en evidencia, de manera mucho mas reciente, en una conferencia que tratará de fracturar el sentido de aquello que no se presenta en el habla; por lo que, gracias a ciertos intereses particulares, nos hemos de comprometer a seguir los pasos, esto es, sus huellas, muy de cerca...
Pues en la violencia de este trazo se encuentra la re-presentación de la ausencia. Esto es, valga el absurdo, hablaremos de aquello que sustituye lo que no puede hacerse presente: presenta lo impresentable. Es así que este segundo trazo conforma uno semejante al dibujado por la tinta invisible, la cual presenta ocultando. Pues sólo puede observarse bajo cierta luz, digamos artificial, distinta a la luz cotidiana, que alumbra pero ciega a quien dirija su mirada hacia el Sol.

De modo que nos encontramos con una presentación, pues, de lo impresentable o bien, presentación de aquello que se ha presentado hace mucho en su artificio, robándonos literalmente el aliento, entregándonos al silencio de la escritura. Será por esto que nos sentimos obligados aquí a re-marcar dicho trazo gracias a la tarea de la reflexión inserta bajo la marca del pensamiento inaudito de la huella...


2 comentarios:

osito de felpa dijo...

Este comentario desea ser una re-presentación del post, en tanto que insiste en dirigir la mirada a este primer trazo. Pero, si dice lo mismo, ¿por qué molestarse en repetirlo? ¿Acaso porque se supone que se puede decir de que se puede decir de mejor manera la presentación? Si ese fuera el caso, esta re-presentación sería (o al menos pretendería ser) diferente al texto que comenta. Pero, si tal ansia de diferencia fuera colmada, ya no presentaría de nueva cuenta algo previamente expuesto; y con ello dejaría de ser aquello que inicialmente buscaba ser: una re-presentación. La re-presentación sólo puede manifestarse, pues, si reconoce la indeleble huella de la diferencia cada vez que manosea algo para hacer lo mismo, lo que ya estaba ahí. En esa medida la re-presentación es, como lo acota con exactitud el vínculo que sigue al post,"Comentario al margen", el cual no añade un ápice de realidad a lo que presenta y, sin embargo, desmiente su presunta apariencia efímera en tanto que lo prolonga traicionándolo, corrigiéndolo, deformándolo, alabándolo, insultándolo. Pero, y en ello, hay que insistir, jamás completándolo, pues el trazo ya está y toda posterior toma de posición es sólo un comentario al margen.

Sebastiana dijo...

La reserva, quizá, no se agota en el número. Ahora, o en otro momento, el trazo al que, por costumbre o comodidad,llamamos virtual es no sólo público a pesar de la reserva (en muchos sentidos)sino modificable. El espacio es, en principio, ajeno.

Física o virtualmente, la marca queda indeterminada, en un lugar prestado que está destinado a 1) la multiplicación infinita y 2) la desaparición arbitraria.

A pesar de esto, he aquí su presentación, en reserva y sin reserva.